La meditación para re-conectar-me

La meditación para re-conectar-me - Ipsimed

La meditación para re-conectar-me

¿Es la meditación una forma de aislarse del mundo?

No es infrecuente escuchar que la meditación es una forma de aislarse del mundo. De niño me llamaba la atención el comentario sobre los monjes budistas, “se encierran en cuevas durante años y por tanto pueden vivir en equilibrio”, me sorprendía.

Yo mismo he sentido en algún momento que hacer un retiro de silencio era la mejor forma de apartarme de todas las demandas de mi vida cotidiana, que así me desconectaba de todo y de todos, por lo que podría descansar. También en el día a día se puede vivir así, “dejadme que voy a meditar, necesito desconectar”.

Permanecer con lo que es

Sin embargo, desde el primer instante que cierro los ojos y comienzo a practicar, observo cómo aparecen ante mí, multitud de personas y situaciones que se encuentran en mi mente, y que en la mayor parte de los casos yo no he invitado. Pongo la atención en un punto, no es raro que elija la respiración, noto las sensaciones, voy bien, pero entonces aparece el conflicto del que me quiero apartar, asociado con un profundo suspiro. Al menos lo noto, siento con más nitidez el efecto en mi cuerpo, los matices en mi pensamiento, que van asociados a esa situación.

No es que me quiera quedar ahí, contemplando todos los detalles de esa situación que tanto me perturba. Yo he preparado ese espacio de silencio para encontrar la paz, para “no pensar”. Pero es que la mente es así de traviesa, de desobediente, y me trae justo lo que me resulta más movilizador emocionalmente.  En muchos casos, me trae el problema que más me hace sufrir, que es justo del que me quería separar hace unos minutos cuando me preparaba para ‘aislarme’ de todo.

La relación con uno mismo

Y entonces me enfado, conmigo, “ya estás otra vez con este tema”, “hay que ver que no eres capaz de desconectar”, me digo. Con suerte me quedo únicamente reprochándome el no hacerlo bien en la meditación. Pero si me descuido, esas frases, que surgen de mi mente, es decir, mis pensamientos, también dirigen sus ataques a mi persona, “eres un desastre, ni siquiera meditar te sale bien”, “que irresponsable, con todo lo que tienes que hacer y estás aquí perdiendo el tiempo”.

Me doy cuenta de la amplitud de mi imaginación, que puede buscar todo tipo de críticas y reproches ante el mismo hecho, que me cuesta apartarme de aquello que me hace sufrir. Y lo que es más sutil, pero quizás más daño me hace, debajo de todas esas frases hay un sentimiento de enfado hacia mí, de desvalorización.

Una relación más amable con uno mismo

Y ahí sí que estoy aprendiendo, pero me tengo que olvidar de una premisa que creí tan cierta como que en nuestro planeta el silencio y la infinitud no existen, la meditación no es aislarse, es un proceso relacional desde el primer instante.

Sin duda, la primera relación con la que me encuentro es con la mía conmigo. Quiero decir, la relación que se establece entre todas esas cosas que surgen en mi mente de forma automática, que soy yo, y esa capacidad de observarlo que surge en mí al meditar, la mente que se observa a sí misma, la consciencia. Y en esa relación voy aprendiendo a respetar, a no juzgar o dañar, a comprender, y a cuidar.  ¡Ups!, enseguida se me olvida de que esto es relacional, quiero decir que voy aprendiendo a respetarme, a no juzgarme o dañarme, a comprenderme y a cuidarme.

Creando ese espacio interior

Parece un detalle sin importancia, a mí me resulta una revolución en la historia de la convivencia conmigo. Puedo habitar en mí de una forma más serena, más amable y con mucho más amor.

Desde ese lugar, ahora ya interior, no tanto exterior, continúo estableciendo relaciones. Sigo con los ojos cerrados, y siguen viniendo problemas, muchos de ellos nada originales. Situaciones en las que me veo enredado una y otra vez, y siempre de la misma manera. Las aparto de mi mente, y regresan, una y otra vez. Y lo curioso, que ahora ya no me frustra o enfada.

Desde ese estado de serenidad y observación con más consciencia, puedo ver algún detalle diferente, puedo entender mejor la profundidad del problema, puedo verme con perspectiva. Y eso me ayuda, me inspira, a poder tener otras rutas que transitar cuando me vea nuevamente en esa encrucijada.

Relación con seres queridos

Permanezco meditando y vienen a mi mente esas personas a las que quiero, a las que quizás les dedico menos tiempo del que por mi afecto hacia ellos me gustaría. Ha surgido la imagen de ese ser querido, con nitidez, con fuerza, su rostro, su mirada. No sé cómo ha aparecido, emerge de manera inesperada, entiendo que le echo de menos y necesito de su presencia Me conmueve sentirlo aquí, a mi lado, en este momento de calma. Que gozosa su compañía ahora, siento una lágrima cargada de amor acariciar mi mejilla, ya me beneficio de su presencia. Y ese contacto que se da en mi interior en muchos casos lleva a algún tipo de conducta, de detalle hacia el exterior, en mi relación con ellos.

Relación con personas en conflicto

Y cómo no, también en algún momento aparece esa persona que tanto daño me ha hecho. Que despierta en mí tensión, hostilidad y desconfianza. Noto el cambio en mi cuerpo, los músculos se tensan, la respiración se agita y siento como me escuece el rencor. Ingenuamente, mi mente me quiere hacer creer que se puede aliviar devolviendo el mal. Respiro, relajo, comprendo, suelto y en ese preciso instante siento que el rencor se va diluyendo, escuece menos. Una vez más confirmo que estar en este espacio de calma y desconexión me permite establecer nuevas relaciones, desenredar nudos.

Meditación para mirar con amplitud y afrontar

Ahora, ya terminando la práctica, valoro todo lo vivido en estos minutos de observación, me siento escuchado. Valoro esta pausa que me permite recoger todo lo que mis experiencias cotidianas generan en mi mundo interior, ese espacio tan desatendido a veces, y tan rico de información para mí.

Me siento más en equilibrio, más sereno. Y no precisamente desconectado de mi vida, diría que reconectado, desde una visión más serena, más sabia y más optimista. Me siento con fuerzas para volver a estar en el río de la vida y navegar en él con más frescura y consciencia.

Manuel Paz
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Fundador y Director de la Escuela de Integración Psicomédica, Ipsimed.
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Manuel Paz
manuel.paz@ipsimed.com

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