Por eso sigo aquí

Por eso sigo aqui

Por eso sigo aquí

Once de la mañana, ya llevo dos horas aquí.
-Algo dulce tomaría.
Por sorpresa, un repartidor con indumentaria de motorista, acolchada cazadora azul, enorme casco en la cabeza, con visera levantada que deja ver su rostro observador, se hace notar; no pasa desapercibido. Irrumpe con un paquete en la diáfana tercera planta; donde me encuentro.
-¿Qué trae? Nos preguntamos con expectación.
Al abrir el paquete, de una prestigiosa familia confitera de Madrid (aunque eso es lo de menos) … ¡¡¡¡Sorpresa!!! Una tarta de frambuesas, fresas, crema pastelera, plancha de rico chocolate y azúcar tostadita. Dos velas portaba. Un nueve y un dos.
– ¿Cuántas luces prendidas a lo largo de tantos años?
– ¿Cuántos momentos en este tiempo?
De todo habrá habido. Por tantas cosas habrá pasado, superado, sentido, vivido, momentos de felicidad también…
Imagino, a modo de secuencia de película, su larga vida; su camino por ella. Y pasa por mi mente; que parezco ver con mis ojos. Por un breve momento, me transporto a otra época, a la suya, a la que vivió.
Es su cumpleaños y lo quiere celebrar con nosotros. Le gustaría que soplemos con ella, en la distancia, sus velas; las que no puede apagar con nadie, porque todos ya se fueron. Pero tiene un botón, de color rojo.
Y así se hace.
Una foto recordará el momento, será nuestro regalo.
Seguro que habrá todavía algún deseo que pedir…
– Por eso sigo aquí.
¡¡¡ Felicidades María!!!
Ana Pozo
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