28 Nov Educar la mirada
Últimamente están muy de moda los objetos con mensajes positivos: tazas, cuadernos, camisetas, pegatinas, etc. Parece que el mundo necesita una dosis de positivismo, de ‘buen rollo’, de empuje, de recordatorio de la sonrisa.
Esta necesidad, como es propio de nuestro sistema de consumo, ha sido aprovechada por diversas empresas que adornan con frases objetos cotidianos para venderlos a un precio generalmente alto.
Quizás al leer en la taza del desayuno, por ejemplo: ‘hoy puede ser un gran día’, creamos, de manera rápida y sin mayor reflexión, que nos va a servir de empuje, de salvavidas en nuestra, a veces complicada, vida cotidiana. ¿Será por eso que no nos importe pagar el triple del valor de la misma taza sin la frase?.
Probablemente, esta corriente tan extendida de sonrisas y actitud positiva en merchandising, alimenta la necesidad que tenemos hoy en día de enfrentar el día con optimismo, la vida con una actitud positiva. Y lo hace con un mensaje implícito de superficialidad e inmediatez. ¿Realmente las cosas suceden así?, ¿de manera espontánea?. No sé si será suficiente con rodearnos de frases chulas y motivadoras en carpetas y paredes para, automáticamente, cambiar el prisma.
No dudo que crear un ambiente acogedor y positivo ayuda. Pero desde estas líneas, con mi taza de mensaje positivo en la mano, si quiero recordar que educar la mirada es un proceso de valentía y aprendizaje. Mirar más allá, con profundidad, comprometiéndonos con lo que somos y nos importa.
Educar la mirada es una decisión vital, un trabajo personal en el que elegir hacia dónde ir y cómo, con qué mochila y qué compañía. Optando por ponernos, no sin esfuerzo, las gafas del color que cada día decidamos.
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