En la actualidad, numerosas publicaciones avalan que la competencia o habilidad del psicoterapeuta es esencial para que una psicoterapia sea eficaz, incluso más significativa que el modelo de psicoterapia que utiliza. Cuanto más eficaz es el profesional, más facilita el desarrollo de la alianza terapéutica, y la calidad de esta alianza predice con exactitud el resultado de la psicoterapia (Safran y Muran 2000; Tallman y Bohart, 1999).
Los resultados de recientes revisiones meta-analíticas (Norcross y Lambert) destacan la efectividad de la psicoterapia basada en habilidades del profesional como la presencia terapéutica, la empatía, la congruencia, el interés genuino, la aceptación incondicional, la confianza, la apertura al cambio, la mentalización de su experiencia y la del paciente, la planificación, su capacidad de transmitir motivación y seguridad, así como la de reconocer, expresar y reparar las dificultades en la relación terapéutica. Estas cualidades experienciales, se estudian, se reconocen, pero no se enseñan ni se practican en la mayor parte de universidades de psicología y medicina en la actualidad.
Por otro lado, la psicoterapia ha sufrido una gran transformación en los últimos años. De estar conformada por diferentes corrientes psicoterapéuticas imperantes, bien acotadas y que en muchas ocasiones, rivalizaban entre sí, hoy en día se reconoce la importancia de la integración de las distintas corrientes o técnicas psicoterapéuticas para aproximarnos a la salud mental desde una visión más global e integradora. Junto a nuevas aproximaciones teóricas, como la teoría del apego de Bowlby y la psicología del trauma, en la actualidad existe una inclinación hacia la identificación de los factores comunes que comparten los diferentes modelos teóricos de psicoterapia. De hecho, estos predicen el resultado más que los elementos que son únicos de cada enfoque (Imel y Wampold 2008).
Vivimos además un momento excepcional en el que se están aproximando la psicología oriental, con un profundo énfasis en lo experiencial y la psicología occidental, rica y variada en teorías. Las prácticas contemplativas, en concreto la práctica de la atención plena (Mindfulness) o el cultivo de la empatía y el altruismo (Compasión), demuestran beneficios de para la salud, física, mental y emocional. Dichos beneficios están avalados por los siglos de experiencia en oriente, reforzada por la rigurosa base científica de los numerosos y crecientes estudios clínicos y en neurociencia realizados en los últimos años en occidente.
Por ello, es esencial incorporar todos estos conocimientos teóricos y prácticas experienciales para facilitar un camino concreto y eficaz en el proceso en psicoterapia, que garantice mayor equilibrio y salud mental del paciente, y, cómo no, también del profesional. Desde nuestra visión integradora, te acercamos un modelo para desarrollar, cultivar y mantener habilidades que permiten profundizar en la comprensión y manejo de la diversa, compleja, rica y singular actividad mental de nuestros pacientes, y de la nuestra propia. Este abordaje además de ser atractivo y estimulante, resulta saludable y eficaz en el ejercicio de la psicoterapia.