15 Feb La vida sin bridas
Érase una vez mi vida embridada por mis prejuicios, fustigada por el restallar de mis ideas preconcebidas, espoleada por las espuelas que me calzaron mis padres para sus problemas, ensillada socialmente por el qué dirán, bien apretada la cincha del ridículo y la vergüenza, con las orejeras del miedo a salirme del camino que me impiden, no ya contemplar el paisaje, sino incluso mirar para los lados.
Así la cabalgo, tratando de domarla, bien aferrado a las bridas de mis creencias, las botas en los estribos de mis automatismos, tratando de dirigirla por la seguridad de un sueño asfaltado, a un destino entre quitamiedos acolchados.
En la novela de Haruki Murakami, ‘Tokio Blues’, Nagasawa le dice a Watanabe:
Cuando a tu alrededor todo son oportunidades, es muy difícil pasar de largo sin aprovecharlas, ¿entiendes?
Yo, desde luego, no entendía. En aquel entonces, cuando leí esta frase, mi pensamiento fue: -¡qué suerte! ¡Qué afortunado el que dispone de tantas oportunidades a su alrededor! –
Hoy, cada momento consciente es una oportunidad, la de elegir libremente, la de disfrutar de ese instante único, la de dejarme sorprender por la vida: por la lluvia cuando salgo sin paraguas; por el descubrimiento de mí mismo cuando mi pareja se va con otro; por una mala película cuando dejo de pensar que qué mala es; por la conversación del otro cuando atiendo de verdad, sin prejuicios; por mi propia energía cuando no la malgasto en pensamientos rumiantes, negativos, ofensivos para conmigo o con los otros; por el reconocimiento de la verdad cuando no la filtro con el color de mi experiencia; por lo lejos que llego cuando no sé de antemano adónde me dirijo…
Ahora que empieza el año nuevo me digo a mí mismo, como en la novela:
Con todas las oportunidades de ser feliz que hay a mi alrededor, es muy difícil pasar de largo sin aprovecharlas, ¿me explico?
Francisco Rodriguez
Colaborador en Ipsimed, Integración Psicomédica.
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